Como una Niña

Dedicado a un ser muy especial.

“Sobre lo verde, lo azul:
Junto a lo verde, las aguas;
Entre la aguas mi cuerpo
Lavando viejas nostalgias”
Ángela Figuera

Entonces te arrastrabas por el duro suelo,
impulsando tus piernas, pesadas, doloridas,
inertes para una edad temprana y tierna.
Las atacó la polio en aquel tiempo
ya lejano y también la miseria,
¡casualidad! Y ¿también mía?

Un tiempo que mejor sería olvidar,
que sólo recordar podemos
a los que con mucho amor y por librarnos
de aquella pesadilla
compartían contigo
casa, pan, amor y fatigas.

Tu madre, fuerte y generosa,
te supo trasladar a todas partes.
Por esa calle en rampa y escaleras,
que a duras penas transitaban los sanos;
y que, si era difícil caminar por ella,
mucho más para ti, arrastrando
tus quebradas y pesadas piernas
en brazos una madre sin consuelo.

Se han ido muchas vidas
De aquellas que tanto te ayudaron
y compartieron tu pena contigo
con amor, cariño y ternura.
Que ya sólo te quedan los recuerdos.

Hoy llevas tus muletas,
con ellas tuviste que luchar para acoplarlas
a tus débiles y pequeñas piernas

y a tu cuerpo disminuido.
manifestándote como un tigre de bengala,
Jamás olvidaré el coraje que de genio conseguías.

Luchaste como tigre de bengala
para reconstruir tu vida en ruinas.
No olvidaré la incomprensión, la intolerancia.
No olvidaré tus amarguras y tus penas.
Fuiste mujer de coraje y bravura.
Hembra del Sur,
hembra de Andalucía.

Luchaste contra todo y contra todos,
y al  fin triunfaste.
Sufriste una tras otra
muchas operaciones,
muchos viajes, con tu malestar,
a una ciudad extraña.

Mas nada te importaba, tú luchabas
contra un dolor que te daba alas.
Tú no necesitabas que nadie te animase,
tú sola te alentabas.
Por fin, te pones las muletas.
Y,  aunque tus piernas estén llenas de clavos,
no hay nadie ni nada que te detenga.

Que si hay que ir al baile, ¡pues se va!,
que si a una fiesta, pues a acudir se ha dicho
y que dicen, que digan,
iré como una más de la cuadrilla.

Y, qué atrocidad, murmuran,
te empeñas en sacar el carné de conducir,
y te llamaban loca algunos del lugar.
¡Qué gesta!, dije yo, ¡qué pundonor!
Qué arrojo, qué entereza, que valor.
Querías independizarte.
Ellos creían que no lo conseguirías,
¿cómo un día, la vida sola tu podías llevar?
que un día, la vida sola tu podías llevar.
Ganaste la pelea una vez más
y yo, con cuánto orgullo te miraba;
y como te admiraban los demás.

La niña ya se ha echado novio y se nos va a casar,
decían las gentes en tu entorno familiar.
Detrás quedaban amarguras,
tristezas, sinsabores, penas
y también muchas alegrías que contar.
Qué grande y nobleza corazón
de aquella niña que yo vi arrastrándose por el suelo
y luego andar erguida por la vida.

Hoy me da gusto verte junto a tu marido
y una niña, fruto de sus entrañas, que te quiere
por tanto amor que tú supiste trasmitir con tu humildad.
Hoy, con orgullo, os veo caminar
Como una familia más, en vuestro entorno natural.
Antonio Molina Medina