El mundo nos
resulta un pequeño pañuelo,
donde la
magia del ilusionista hace aparecer
por los
rincones de su cuerpo lo que place a los que sonríen.
Pero esta
vez no son sus manos, ¡son palabras!
que brotan
espontaneas y cuelgan de una pared.
Un pequeño
texto como si una fumata de lirios
dejase caer
en los corazones sentimientos y plegarias
que, a
través de una niña y unos padres entregados,
que sufren
en sus carnes el impropio y duro paladar
de sus
desdichas; dentro de la cordura y seriedad
con la que
llevan sus vidas.
“Las
personas que tratan de mejorar su entorno
y ayudar a
los demás, desinteresadamente,
son las
personas que cambian el mundo.”
Impactantes
palabras, la sonrisa de una niña y,
seres que
acogen sus desdichas con una sonrisa en sus rostros.
Dejan en las
paredes donde degustan como también
lo hacemos
algunos, el calor de las Olas y el frescor
de su playa
que nos acoge y nos place; entre el calor
del levante
y la brisa del poniente, compartiendo
entre las
mesas de Las Olas, repletas de sonrisas
que nos
hacen volver a su cabaña.
Ya que la
humanidad de sus moradores, no pasa
desapercibida
y su inquietud salpica a los que se acercan
compartiendo
con ellos la palabra… Las palabras.
Algeciras 02/09/16
Antonio Molina Medina