ABUELA

¡Qué lástima abuela, no poder abrazarme a tu cuerpo
y depositar en él tantos besos como los que tú me dabas
en las largas noches de sueño!
Mi vieja amiga, fiel y sosegado es mi recuerdo
capaz de trasportar mi mente aceitunada
entre los campos verdes de tu pueblo.
A la pluma acudo, para no dejar de ver tu rostro
tan sereno cuyos ojos penetran en mi alma
cual puñales clavándose en mi cuerpo.
Nunca abandonaste a ser vivo que a tu regazo acudiera
ni hubo lágrimas que no limpiases de los rostros
humillados por la miseria.
Fuiste víctima de tu tiempo y jamás se hizo justicia.
Pero la ira no pudo contigo, ni el espíritu
dejó de ocultar tu fe y gallardía, dejando un reguero
de agua limpia que seguimos bebiendo noche y día.
¡Que no!, ¡Que no quiero olvidar la victima que fuiste!
Tu inocencia y amor fue el legado que a los nietos dejaste.
Fui afortunado de convivir contigo.
Ya ves…, aún sigo por los caminos, tratando
de encontrar, los restos de tu amor asesinado.
16/11/17

Antonio Molina Medina